jueves, 25 de febrero de 2016

Pascua 2016: Nuestro Altarcito

¡Te regalo el abrazo misericordioso de Jesús!
 
Queremos seguir acompañando la religiosidad y espiritualidad de nuestros niños, recuperando y recreando los diferentes modos de expresar el Don de la Fe.

En este año Jubilar lo hacemos desde la experiencia de ser abrazados por el amor misericordioso de Jesús, abrazo que quiere hacerse cercano de un modo especial a los más pequeños. ¿Por qué?, simplemente porque Jesús no se cansa de mostrarnos a través de sus palabras y gestos este abrazo, que a su vez, nos invita y anima a compartirlo con los demás.

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn 13, 31-35).
El amor que Jesús nos tiene es el signo creíble, lo que nos permite reconocer quién es su discípulo. Un amor no sólo de palabra sino con obras y verdadero; un amor capaz de transformarnos y movernos a tener gestos simples y cercanos con los demás, especialmente los niños a quienes Jesús tantas veces nos invita a mirarlos  como ejemplo en nuestro camino de discípulos y misioneros.

¡Cuánto bien nos hace imaginar a Jesús abrazando a los niños!, Jesús nos muestra su cercanía…, “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos” (Lc 18, 16); si volvemos a Jesús, una y otra vez, descubrimos en sus gestos y palabras una escuela de humanidad; una humanidad que nos anima a bendecir, a ungir, a tomar de la mano, a levantar, a hacernos compañeros de camino, a buscar a quien se encuentra perdido, a alegrarnos y abrazar a los más pequeños.

El abrazo misericordioso de Jesús es un signo incuestionable de su ternura que nos ayuda a volver a él, y con “la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad” (MV 8). Así podemos ver que en las relaciones que Jesús crea con las personas que se le acercan, hay algo único que lleva consigo el distintivo de la misericordia. “En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.” (MV 8)

Jesús siempre lee nuestro corazón y pesca este profundísimo deseo de ser abrazados por su misericordia, de conocerla, hacerla nuestra, experimentarla y anunciarla a nuestros niños.
Dar testimonio de Jesús resucitado es afirmar públicamente que algo bueno nos ganó el corazón…, nos transformó y nos comprometió la vida…, de modo tal que no podemos callarlo y por eso nos animamos a abrazar la realidad de nuestros niños tal como se presenta…; y así animarlos a ellos a compartir con  los demás este gesto simple y espontáneo que les surge del corazón diciendo: ¡Te regalo el abrazo misericordioso de Jesús!


¡Cuánto nos ablanda el corazón contemplar a un niño abrazando espontáneamente y con alegría a quien lo necesita…! Y que bueno es tener la posibilidad de cultivar en los más pequeños estos gestos concretos de amor y vida nueva en este año Jubilar de la Misericordia. ¡Somos discípulos de Jesús Resucitado! y movidos por él, una vez más, salimos a contagiar con alegría sus gestos que colman y plenifican nuestra existencia. 

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