domingo, 22 de abril de 2018

Novena de preparación para la Primera Comunión


 ESPÍRITU SANTO, QUEREMOS ENCONTRARNOS… REZANDO EN FAMILIA.

     Ante cada momento importante de nuestras vidas nos disponemos con anterioridad a pensar qué vamos a hacer, cómo nos prepararemos para ese acontecimiento, con quiénes lo compartiremos y tantas cosas más. Es muy lindo transitar esos preparativos con buena disposición, disfrutando de ellos.
     Se acerca EL momento de recibir por primera vez a Jesús en la Eucaristía. Ese momento deseado, esperado por los chicos y sus familias. Sabemos que las familias se ocupan de todo lo que hace falta para festejar un momento tan importante. Pero en el trajín cotidiano, muchas veces olvidamos preparar los más  importante, lo único indispensable para celebrar esta Fiesta con todo, el corazón.
     Les proponemos preparar el corazón como familia, encontrándose a rezar y re-cordar (volver a pasar por sus corazones) diferentes momentos vividos,  iluminados por la Palabra de Dios. Cada comunidad puede adaptar, modificar, enriquecer esta propuesta de acuerdo a sus realidades familiares.
     Encontrarnos como familia para rezar es dejar de lado algunas cosas para tener un tiempo juntos  con Jesús. Es darnos la oportunidad de abrazarnos, mirarnos a los ojos, recordar juntos y compartir las emociones. Es poner todo lo que somos en las manos del Señor.
     Sugerimos que cada familia lo realice en el momento más oportuno del día de acuerdo con la propia dinámica familiar, que puedan disponer de un lugar con una imagen o estampita de Jesús, una velita, el Evangelio y florcitas para alegrar.
1er. Día: El anuncio de la llegada de nuestro/a hijo/a. Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz. ¿Cómo fue? ¿Estaban solos? ¿Cómo se sintieron con la noticia del embarazo? ¿Con quiénes la compartieron?
La Palabra de Dios nos ilumina:  En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». (Lc. 1, 26-33).
También la Virgen María recibió el anuncio de la llegada de Jesús. El Ángel resalta la alegría del anuncio.
Con mucha confianza, ponemos en las manos de Jesús todo lo que recordamos, nuestros sentimientos, emociones y damos gracias por la presencia de este hijo/a.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

2do. Día: El nacimiento de nuestro/a hijo/a. Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz.  ¿Qué recuerdan de ese día? ¿Dónde estaban? ¿Quiénes los acompañaron? ¿Recuerdan los rostros de la familia al ver al recién nacido? A veces podemos hasta dar los mínimos detalles de todo el proceso hasta que vimos su carita y pudimos abrazarlo y estrecharlo. ¿Tienen fotos? ¡A buscarlas y volver a verlas! ¿Qué sueños tenían para este hijo/a?
La Palabra de Dios nos ilumina: “José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.” (Lc.2, 4-7)
Y nació Jesús. En Belén, una aldea pequeña, donde ni siquiera habían encontrado donde alojarse. Como todo bebé, Jesús fue envuelto en pañales y puesto en un pesebre por falta de cuna.
Con mucha confianza, ponemos en las manos de Jesús, todo lo recordado y compartido y damos gracias por este hijo/a.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

3er. Día: El Bautismo de nuestro/a  hijo/a. Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz.  ¿Por qué decidieron bautizarlo/a? ¿Quiénes son sus padrinos? ¿Por qué los eligieron? ¿Qué recuerdo destacan de ese día?
La Palabra de Dios nos ilumina: “En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección». (Mc. 1, 9-11)
Así como a Jesús, cuando su hijo/a fue bautizado Dios Padre le dijo Tú eres mi hijo/a muy querido/a. Este amor de Dios por su hijo/a no pasará jamás. Siempre será amado/a por Él.
Con mucha confianza, ponemos en las manos de Jesús todo lo vivido y compartido y damos gracias porque por el Bautismo, nuestro hijo/a es hijo/a de Dios.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

4to. Día: Y fue creciendo… Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz. ¡Cuántos momentos para tener en cuenta! Sus primeras palabritas, sonrisas, el primer diente, cuando comenzó a caminar… a ¡tocar todo explorando este mundo maravilloso! El primer día de Jardín… El ingreso a 1er grado… ¿Qué anécdotas recuerdan de alguno de estos momentos? Si hay fotos o videos, a elegir entre todos cuál van a ver.
La Palabra de Dios nos ilumina: Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres.” (Lc. 2, 52)
Así como su hijo/a, Jesús también crecía en una familia junto a la Virgen María y a San José. Vivía en una aldea, jugaba con otros chicos.
Con mucha confianza, ponemos en las manos de Jesús todos nuestros recuerdos y emociones y damos gracias por tener la dicha de ver crecer a nuestro/a hijo/a.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

5to. Día: ¡Llegó la catequesis!  Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz. ¿Por qué decidieron anotarlo en catequesis? ¿Cuál fue la opinión de nuestro/a hijo/a sobre esa decisión? ¿Cómo fue el primer día? ¿Qué expectativas tenían con la catequesis? Y en estos encuentros, Jesús tenía algo muy lindo para decirles…
La Palabra de Dios nos ilumina: Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.” (Jn. 15, 15-16)
Jesús los llama amigos y entre amigos, no hay secretos… Jesús nos fue revelando Su Amor.
Con mucha confianza, damos gracias a Jesús por querer que seamos sus amigos, por revelarnos Su Amor. Pedimos por todas las familias que nos acompañan en este camino.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
6to. Día: Y un día muy especial, nuestro/a  hijo/a recibió La Palabra de Dios. Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz.  ¿Qué recuerdan de ese día? ¿Lo vivieron de manera especial? ¿Cómo?
La Palabra de Dios nos ilumina: “Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.” (Mt. 7, 24- 27)
Si confiamos en la palabra de Dios y la vivimos, las tempestades de la vida no nos derribarán porque estamos apoyados en Jesús.
Con mucha confianza, ponemos en las manos de Jesús toda nuestra confianza y nuestro compromiso de conocer y vivir Su Palabra cada día.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

7mo. Día: Nuestro hijo recibió por primera vez el abrazo del perdón. Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz. En el camino de la Vida, muchas veces nos separamos de Jesús, probamos otros caminos que no nos conducen al Amor. Dios sabe de nuestra fragilidad y por eso nos regala el Sacramento de la Reconciliación. ¿Cómo vivimos en familia la primera vez que nuestro hijo/a recibió este Sacramento? ¿Cómo lo acompañamos?
La Palabra de Dios nos ilumina: “Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse». (Lc. 15, 7)
Como nos enseña el Papa Francisco, Dios no se cansa de perdonar. Jesús siempre está ahí, con el corazón abierto; donando esa misericordia que tiene en el corazón; perdona, abraza, entiende, se acerca…
Con mucha confianza, pedimos con humildad la gracia de arrepentirnos de lo que nos aleja de Dios y acudamos al Sacramento de la Reconciliación para tener el corazón vestido de fiesta el día de la primera Comunión de nuestro hijo/a.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

8vo. Día: ¡No estamos solos, compartimos una comunidad! Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz.  En este camino, Jesús nos regaló un grupo de pertenencia. Otras familias cuyos hijos/as también se están preparando para recibir su Primera Comunión. Con quienes compartimos alguna charla, encuentros, celebraciones. Y más allá de estas familias, una comunidad que nos estuvo acompañando, caminando junto a nosotros, rezando con y por nosotros.
La Palabra de Dios nos ilumina: Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.” (Hch. 2, 42)
Una comunidad que no debemos perder porque somos parte importante de ella. Cada uno tiene mucho que aportar y mucho que recibir, para seguir creciendo en el Amor a Dios y a los hermanos.
Con mucha confianza, ponemos en las manos de Jesús las intenciones de nuestra comunidad y nuestro compromiso para con ella.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
9no. Día: Se acerca el gran día, nuestro/a hijo/a recibirá a Jesús Eucaristía por primera vez. Nos ponemos en presencia del Señor haciendo la señal de la cruz.  ¿Qué produce en nuestro corazón esta gracia? ¿Recordamos nuestra Primera Comunión?
La Palabra de Dios nos ilumina: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.” (Jn. 6, 56-57)
El milagro del Amor Eucarístico, permanecer en Jesús y que Él permanezca en nosotros. Saber que nuestro/a hijo/a podrá disfrutar de algo tan maravilloso nos tiene que movilizar hasta las fibras más profundas de nuestros corazones. Que algo tan preciado no quede en una sola vez. Seguir caminando juntos, alimentándonos de Jesús para vivir el Amor en cada momento de nuestras vidas.
Con mucha confianza, pidamos a Jesús lo que queremos para nuestro/a  hijo/a.
Rezamos Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

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